Cusco: Sequía e inseguridad alimentaria 2022

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Mujer cusqueña trabajando en los biohuertos.

El año 2022 cierra con enorme preocupación entre la población agricultora del país que depende de las lluvias para hacer producir sus campos debido a la fuerte sequía que ha retrasado y ha impedido la siembra de sus cultivos, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de muchas familias.

“Esta situación que ha sido una constante en el Perú en los últimos tiempos, se ha agudizado en este año y el impacto es mayor entre las mujeres de la pequeña agricultura, quienes conducen biohuertos agroecológicos que son el sustento para la alimentación de sus familias y un espacio para la toma de decisiones”, afirmó Elena Villanueva del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.

Villanueva, del Programa de Desarrollo Rural de la institución feminista, es responsable del proyecto “Productoras andinas de Cusco empoderadas generan cambios en sus comunidades por la sostenibilidad ecológica y sus derechos frente a la emergencia climática y sanitaria”, que auspician la Agencia Vasca de Cooperación y la institución Mugen Gainetik y se desarrolla en seis distritos de la provincia de Quispicanchi, en Cusco.

El proyecto ha contribuido a fortalecer las capacidades productivas y ejercicio de derechos de 100 mujeres lideresas que desde el acceso a los recursos tierra y agua, y la práctica agroecológica, están mejorando su posición de género al interior de sus hogares, en las relaciones de pareja y familiares, y en los espacios de decisión en sus comunidades. Y a través de ellas se ha llegado a más de 1000 productoras y productores vinculados a la agricultura familiar.

“Este proceso de consolidación de sus logros se ha topado este año con uno de los mayores impactos del cambio climático al enfrentar una de las sequías más fuertes de los últimos 50 años, situación que se suma a los efectos post pandemia que durante el 2020 y 2021 afectó la salud y bienestar de las mujeres y sus familias”, manifestó la especialista.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ya expresó en agosto último que Perú es el país con la inseguridad alimentaria más alta en América Latina: la mitad de su población, más de 16 millones de personas, se encontraba afectada por este problema que iba directamente relacionado con la pobreza.

Villanueva explicó que las productoras que son parte del proyecto están viviendo en carne propia los impactos del retraso de las lluvias. “Hemos observado que cada año este retraso es mayor. La preocupación y angustia entre las mujeres se incrementa porque por sus roles de género son las responsables de la provisión de alimentos y cuidados de sus familias”, dijo.

Sostuvo, además, que han padecido la pérdida de sus semillas debido a que muchas de ellas sembraron las diferentes variedades de hortalizas con que cuentan en sus biohuertos en fitotoldos y a campo abierto, pero estas no brotaron por la falta de agua.

Las productoras cuentan con fortalezas para adaptarse al cambio climático como resultado de su proceso de formación integral en la Escuela Agroecológica del Centro Flora Tristán, sin embargo existen una serie de condiciones que el Estado sigue sin atender y que son necesarias para el desarrollo sostenible.

“Las mujeres de la Escuela hacen un uso sostenible de los recursos naturales y han promovido estas prácticas entre sus pares a través de jornadas de réplica, logrando que migren hacia la agricultura con enfoque agroecológico y, además, están realizando con sus comunidades obras de siembra y cosecha de agua. Es decir, cuentan con capacidades para enfrentar el cambio climático. Sin embargo, una sequía de esta naturaleza requiere la actuación directa de las autoridades locales, regionales y nacionales pero, lamentablemente, no han hecho nada”, dijo.

Efectivamente, en Perú quedó como anuncio declarativo la llamada segunda reforma agraria, bandera del ex presidente Pedro Castillo, destituido por el Congreso tras pretender un golpe de Estado. Y del gobierno de su sucesora constitucional, Dina Boluarte, no se conoce ningún planteamiento para atender los problemas de la agricultura familiar ni las brechas sociales y de género que enfrentan las mujeres rurales.